Hay que recurrir a la imaginación antes que permanecer ante la incertidumbre de forma inalterable.

Es un hecho puramente dogmático a la vez que involuntario, pero así cada día millones de personas se levantan para embarcarse en esta aventura. Marca dos pautas importantes en el latiente ritmo de una ciudad. Por un lado marca noción de tiempo, i por el otro pautas de movimiento. La condición de tiempo viene dada por el hecho de que en cada segundo se producen en una misma ciudad alrededor de unos 500 embarques por minuto. Lo que significa que en cada desplazamiento se pueden llegar a encontrar unos 100.000 usuarios bajo las mismas líneas tubulares. Es decir que cada día millones y millones de personas son engullidas bajo las fauces terrestres de la ciudad para desplazarse “a través” de ella y no “por” ella.

Pero también marca con exactitud, la velocidad a la que la ciudad se mueve, el constante embarque y desembarque de pasajeros, produce desplazamientos en el espacio urbano que permite marcar el ritmo al que la gente se incorpora al los distintos sistemas establecidos para poder producir bienes de consumo a todas las escalas. Lo cierto es que es un proceso sorprendente. Coger el metro sabiendo que hay millones y millones de usuarios bajo 15, 20 o incluso 40 metros bajo el suelo produce una infinita sensación de diminuto grano de arena perdido en medio de una mansa duna del Sahara. Hay que recurrir a la imaginación antes que permanecer ante la incertidumbre de forma inalterable.

PQ